Muchos de los jóvenes, niñas y niños se sienten orgullosos de sus animales y cuentan a los pobladores vecinos que sus rebaños son el resultado de mucho trabajo y sacrificio. La experiencia ha sido muy positiva.

El agua nace del esfuerzo comunitario en los Andes bolivianos

Bolivia

Sep 22, 2025

En el corazón de Aramani, en los Andes bolivianos vive la familia Mamani: Pedro, el papá, un agricultor incansable; María, la mamá, pilar del hogar y cuidadora de sus dos hijos pequeños, Anita y José. Por años, la vida de los Mamani, como la de muchas familias en la comunidad, ha estado marcada por la búsqueda y el acarreo de agua. Cada día, María, a veces acompañada por Anita, pasaba horas caminando hasta el “ojo de agua” más cercano, cargando pesados baldes que afectaban su espalda y limitaban su tiempo para otras labores, o para simplemente estar con su hija e hijo. El agua que traían, aunque vital, no siempre era la más limpia, y las enfermedades estomacales, especialmente sufridas por Anita y José, eran una preocupación constante.

Un día, la noticia del tan soñado proyecto de agua por gravedad llenó de emoción a los Mamani.

Pedro y María asistieron a la primera gran reunión, donde el coordinador técnico explicó cómo el agua llegaría por sí sola, desde las alturas, directo a sus casas. "Parecía un sueño", recuerda María. Desde el principio supieron que su participación sería clave, y Pedro, con su experiencia como agricultor, sintió que esto era algo en lo que podía poner todo su esfuerzo. En las encuestas iniciales, compartieron sus problemas con el agua y sus esperanzas de una vida más sana para su hijo e hija.

Poco después, con una energía palpable, la comunidad de Aramani se movilizó para la elección del Comité de Agua. Pedro fue uno de los que levantó la mano para apoyar a los nuevos líderes. Tras este paso fundamental, llegó el momento de la verdad: ¡empezaron a excavar las zanjas para la línea de conducción! Pedro, junto a hombres y mujeres de la comunidad, pala en mano, se sumaron con entusiasmo. La faena era dura bajo el sol, pero ver las tuberías listas para ser instaladas era una inyección de ánimo. Las primeras cámaras de captación en los manantiales comenzaron a tomar forma, estructuras de cemento que prometían proteger el agua desde su origen.

A medida que las semanas pasaban, el esfuerzo constante se mantenía. Pedro continuó participando activamente en la excavación y el tendido de las tuberías de la línea de conducción, y a su lado, mujeres de la comunidad también aportaban su fuerza y dedicación en las zanjas y el movimiento de materiales. Día tras día, veían cómo los tramos de tubería se unían, serpenteando por la ladera. "Cada metro de zanja cavada es un paso menos para María", pensaba Pedro, sabiendo que su esposa y muchas otras mujeres ya no tendrían que cargar esos pesados baldes. María, por su parte, observaba cómo las primeras cámaras rompe-presión se construían a lo largo de esa línea, siendo vitales para que el agua llegara sin demasiada fuerza.

Mientras tanto, en los momentos de descanso, el aire se llenaba con el aroma de la comida recién preparada. Las mujeres de Aramani se organizaban para cocinar ollas de sabrosos guisos y sopas, asegurando que todos los que trabajaban tuvieran la energía para continuar. Estos momentos de compartir la comida fortalecían aún más los lazos de la comunidad. La esperanza se hacía cada vez más tangible con cada metro de tubería instalada.

Finalmente, con gran satisfacción, se logró la finalización de la línea de conducción principal. Pedro estuvo allí cuando se hicieron las pruebas de presión, viendo cómo el agua, por primera vez, fluía por la tubería hasta el punto donde se construiría el reservorio. Fue un momento emocionante, una prueba de que el esfuerzo de todos y todas, mayores y jóvenes, hombres y mujeres, estaba dando frutos.

Casi de inmediato, la atención se trasladó al lugar designado para el tanque de almacenamiento. La comunidad entera se organizó para la fase más desafiante de la obra. Hombres, mujeres y jóvenes de Aramani, pala en mano, han unido sus fuerzas este mes de septiembre para la tarea de excavar un enorme agujero de 2,5 metros por cada lado, el cual servirá de cimiento para el reservorio semienterrado.

Próximamente, el técnico constructor, con la inestimable ayuda de la población, empezará a edificar la estructura de cemento reforzado. Cuando esté listo, este tanque se erigirá como un símbolo visible de que el sueño de tener agua en cada hogar de Aramani está cada vez más cerca de ser una realidad.

Para todas estas familias, como la de los Mamani, cada jornada de trabajo, cada gota de sudor, cada olla de comida compartida está siendo una inversión para un futuro más sano y digno para toda su comunidad.

La fase final será la construcción de la red de distribución y, posteriormente, las conexiones domiciliarias que llevarán el agua hasta las piletas del patio de 82 familias de Aramani.

Muy pronto, 436 personas tendrán, ¡por fin!, acceso a agua potable.

¡Tenemos mucho que celebrar! Y también que agradecer porque este proyecto cuenta con la colaboración de la Diputación de Zaragoza, la Diputación de Cádiz, el Ayuntamiento de Málaga y Green Empowerment. ¡Gracias a todas estas entidades por hacerlo posible!