Jóvenes de Venezuela en las clases de Casa Garavito
Cuando hace ya varios años iniciamos el programa de refuerzo escolar en nuestro centro de desarrollo comunitario Casa Garavito pensamos, naturalmente, en el beneficio que este proyecto podría aportar a los niños y las niñas colombianas de los barrios del sur de Bogotá donde estamos trabajando. Con el paso del tiempo, otro colectivo (en el que inicialmente no habíamos pensado) se ha acercado con interés para participar de las clases de refuerzo escolar: jóvenes venezolanos y venezolanas, recién llegados a Colombia, a quienes les resulta difícil adaptarse al sistema escolar colombiano y para quienes nuestro programa de refuerzo es ideal.
Si no conoces en qué consiste este programa, no te pierdas la campaña “Protección, educación y nutrición para la infancia en Casa Garavito”.
Y si sientes que puedes apoyar a estos jóvenes, participa y comparte la iniciativa 😉
Sabemos que la migración siempre es compleja para las familias que optan por cambiar de país en busca de una vida mejor, especialmente si lo hacen con escasos recursos económicos. En estos casos, la población más vulnerable son los menores, que se ven obligados a salir de su entorno, dejar sus estudios y empezar de nuevo, en un contexto que no siempre es el ideal.
Colombia es el país de América Latina con una mayor concentración de migrantes venezolanos, con un 42% del total. La migración venezolana en el país ha aumentado notablemente en los últimos años, pasando de 1,2 millones de personas en 2018 a 2,8 millones en 2024, según el Observatorio de Migraciones, Migrantes y Movilidad Humana de Colombia. De todas estas personas, más de una quinta parte se encuentra en la capital, Bogotá, donde trabaja Sendera, junto a la Comunidad de San Pablo, su contraparte local.
Todo esto explica que, a día de hoy, el 25% de los niños y niñas que acuden a las clases de refuerzo escolar sean originarios de Venezuela. Milan, por ejemplo, de diez años, llegó a Colombia con sus padres hace cinco meses. Nos contó que le gusta Casa Garavito porque lo que aprende aquí le ayuda a desempeñarse mejor en su colegio. O Valentina, de once años, que lleva un año en Colombia con su familia y que considera que sin el refuerzo que recibe en Casa Garavito se le haría mucho más complicado sacar adelante sus estudios en el colegio público de Bogotá al que asiste.
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Casa Garavito tiene las puertas abiertas para Milan, Valentina y todos los niños y niñas que lo necesiten. En sus aulas, no solo aprenden matemáticas o lengua, sino que también reciben una merienda y se sienten protegidos y protegidas, ya que es habitual que sus padres trabajen hasta tarde, lejos de sus hogares.
Además, la presencia de niños/as migrantes de Venezuela en nuestro programa de refuerzo escolar tiene un efecto secundario interesante: la integración de esos niños y niñas con el resto de estudiantes, el compañerismo y las amistades que se crean y la consecuente mitigación del rechazo al migrante venezolano (tan prevalente hoy en Colombia), por lo menos entre sus compañeros de clase.
