Muchos de los jóvenes, niñas y niños se sienten orgullosos de sus animales y cuentan a los pobladores vecinos que sus rebaños son el resultado de mucho trabajo y sacrificio. La experiencia ha sido muy positiva.

Las montañas de Meki

Etiopía

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Sep 19, 2025

Este artículo fue publicado en la Revista 2024 de Sendera. Puedes consultar la publicación completa aquí.

Acabamos de empezar el año 2017, según calendario etíope. Siempre me divierte “volver” a vivir un mismo año otra vez y recordar qué pasó en el 2017 anterior.

La primera sensación que me produce retomar el 2017, 7 años después, es el orgullo de todo el trabajo realizado y todo lo conseguido.

La segunda sensación sobre el tiempo pasado es que está lleno de paradojas. Por ejemplo, en estos años nuestra presencia en Meki y en las zonas rurales se ha hecho mayor (se han ido consolidando los proyectos y el equipo de personas que en ellos trabajamos), yal mismo tiempo ha rejuvenecido por ser más las jóvenes que son parte de ellos.

Estos años han sido la historia de la toma de conciencia de las mujeres de nuestras comunidades que ya trabajan para transformar y mejorar sus vidas, la de su familia, la de su comunidad.

Y poco a poco nosotras, las de siempre, ya no somos las mismas porque somos más, muchas más. Hemos aprendido a pasar del silencio a la palabra. A las palabras. A las acciones. Y eso nos llena de orgullo. Y lo mejor de todo es que esta historia continúa.

Con el año nuevo acabamos de empezar también los cursos de Formación Profesional en el centro Kidist Mariam. Han llegado dos estudiantes nuevas de muy lejos. Elfenesh, la más joven, me pregunta ¿Dónde están las montañas en Meki?

Yo le señalo en dirección al lago y le digo: ese pico en la isla es la montaña más alta que tenemos, ¡nuestro Everest! Me sonríe y me dice que siempre ha vivido rodeada de grandes montañas, y que para ella eso… no es más que un cerro.

Sus montañas me dejan pensando, y sí, nuestro cerro no es una de sus montañas, pero estoy convencida de que cada persona tenemos nuestras propias montañas. Cada sueño, cada oportunidad, cada proyecto es una montaña.

Y en Meki, nuestros proyectos son nuestras montañas. Ha tocado trabajar mucho para llegar a donde estamos, prepararse, valorar las necesidades, formar equipo, buscar recursos. Y todo eso nos ha llevado a estar ya en La Montaña. Y desde la cumbre de la Montaña la perspectiva cambia. Lo que antes parecía grande, imponente… de pronto se ve muy pequeño. Desde la cima ves también otras montañas, que siempre han estado, pero que tú las ves por primera vez y se vuelven nuevos retos que te gustaría alcanzar.

Una montaña nos ha llevado a otra, un proyecto nos ha llevado a otro. Priorizando siempre el trabajo con y para las mujeres.

Empezamos llevando agua potable a comunidades, creando el Centro de Promoción de la Mujer “Kidist Mariam”, construyendo aulas en escuelas. Continuamos dando cursos de educación en la salud y en la igualdad en las escuelas, formando grupos de ahorro, criando cabras lecheras, haciendo quesos, distribuyendo burras y carros, cultivando en tierras comunitarias. Y ahí seguimos.

Y con los cursos de cocina aprendimos que no solo nos nutre lo que comemos, también nos nutre lo que pensamos, vemos, escuchamos y lo que sentimos. Y empiezas a elegir qué escuchar, qué ver, qué sentir.

También empiezas a valorar otras cosas. Lo que aquí es importante en otros países no lo es tanto. Aprendes a discernir entre lo esencial y lo accesorio. Y por encima de todo aprendes a trabajar en equipo. Si tú creces ayudas a que la otra persona crezca. Si tú cumples tu parte, ayudas a que los demás cumplan la suya.

Y cada pequeño paso te lleva a otra montaña, a otro proyecto. Porque cada vez quieres que sean más las personas que formen parte de ellos para poder trabajar y vivir dignamente.  

Y como en toda montaña aprendes que va a haber caídas. Y que habrá riesgos y dificultades, y has de prepararte para ellos. Pero aún y así, muchas tormentas te llegan sin esperarlas. Desde hace tiempo cada vez son más los conflictos en Etiopía, aumenta la pobreza y la inseguridad… y eso influye en nuestro estado de ánimo y en el trabajo.

Pero los acontecimientos que nos rodean se pueden también convertir en ocasiones para reforzar nuestra labor. Porque es precisamente en los momentos más difíciles cuando más hemos de trabajar. Y confiaren que con mucha oración, esfuerzo y constancia podremos seguir adelante y ser signo de esperanza para quienes ya la han perdido.

Dicen las ancianas de por aquí “Lo que nuestras madres plantaron, nosotras lo cosechamos”. Somos muy conscientes de que antes de nosotras ya hubo mucho trabajo hecho, y porque sabemos todo lo recorrido en cada una de nuestras montañas, queremos continuar.

Queremos que este 2017 nos permita seguir subiendo montañas, y subirlas con cada vez más personas. Y seguir cosechando y plantando para que muchas otras puedan a su tiempo recoger y mejorar las cosechas. Porque queremos que la historia continúe.

Nos vemos en la montaña.